—Lo que me partía al medio eran los muertos de los jueves —dice Paula.
—Nosotros cerrábamos el miércoles y si alguien famoso moría el jueves o incluso el viernes hasta el mediodía teníamos que tirar todo el trabajo y escribir un artículo urgente con una semblanza del susodicho. Claro que hay artículos que ya están escritos y es sólo cuestión de cambiar uno por otro. Todos los diarios del mundo, las radios, los portales, los canales de televisión, todos tienen pronto el fallecimiento de las personalidades mundiales y nacionales. Son notas que están esperando el momento en que ocurrirá lo que ya cuentan. Nosotros teníamos el obituario de Mandela, el de Thatcher, García Marquez, Fidel Castro, un montón. Pero cuando a Cerati le dio el patatús en Venezuela nos cagó. Cuando lo desenchufaron ya estábamos preparados.
Paula es una amiga y periodista colombiana que trabajaba en una revista semanal de allá que salía los viernes, antes de venir a estudiar a Bonn.
Nunca había pensado en esto, en la cantidad de obituarios que ya están escritos. Y entonces pienso en toda la gente que está hoy leyendo sobre la muerte de Fidel. Artículos que estaban en el cajón de los obituarios, esperando el día. Páginas y páginas y más páginas, a las cuales solo se les pone fecha y hora en el espacio que estaba en blanco, y hala. Textos que de tanto en tanto alguien habrá tenido que ir actualizando porque Fidel tuvo la testarudez de morirse de viejo y no aceptar los cientos de invitaciones de la CIA. Los intentos de asesinato de todas las maneras posibles darán para muchos libros y películas, algunas de ellas humorísticas. Ya hay alguna como la que cuenta la increíble historia de Marita Lorentz.
Sus obituarios eran entonces, de los más amarillentos del fichero, sin contar los amarillos desde el vamos. La necrológica ya estaba escrita, porque si algo era seguro es que se iba a morir y que la vida sigue para los demás, que de imprescindibles están llenos los cementerios.
Más interesantes que estos obituarios serán las historias que contarán los propios cubanos, en cuanto puedan hacerlo. En la escuela de cine de San Antonio de los Baños duermen en los cajones otro tipo de páginas. Son guiones. Esperando.