Los alemanes no hacen ruido. Como ya he dicho, en Alemania los bebes no lloran y los perros no ladran. Si tu pichicho ladra es probable que un vecino lo denuncie y tengas que llevarlo a la escuela donde le enseñan a no hacerlo nunca más. Un mes después te visitan y le hacen un test para chequear que el bicho aprendió a no ser perro. Curiosamente con un bebé no hacen lo mismo y el infeliz empieza el Kindergarten habiendo aprendido a no llorar, en casa y gracias a sus amorosos padres. Cuando llega el primer día están hechos una seda pero allí en la puerta retroceden unos casilleros porque es sabido que el olor a galletitas los pone a llorar a gritos.