Lukas es un amigo de Berlin que vivía en España hasta que tuvo que volver por culpa de la crisis. Siempre que puede se manda una escapada a Zaragoza para visitar a los amigos y es que en tres semanas que pasa allá tiene más vida social que en el resto del año en Alemania. Su trabajo le ha llevado a ciudades pequeñas como Osnabrück o Cottbus pero acá es muy difícil hacer amigos en el trabajo porque la gente va al trabajo a trabajar. Es más fácil conocer gente en clubes o asociaciones de algo, que está lleno ya que son de asociarse para hacer lo que les gusta. Y sin embargo conseguir pareja es más difícil que nadar de poncho.
Hay una especie de fractura de género: al igual que Lukas muchos alemanes no quieren estar con alemanas y viceversa. Lo mismo pasa en Costa Rica de un modo unilateral; las ticas que tienen buena educación y/o plata no se casan con nativos, se buscan extranjeros porque los ticos son un desastre. Acá en cambio la cosa es más recíproca; la igualdad de género ha minado los cimientos del macho que sigue buscando una señora que le lleve la casa y le críe los hijos, o al menos que no le den órdenes, y el que no se recicló en neo-macho ha quedado relegado a la mesa de saldos. A su vez las alemanas han perdido por completo el deseo de mostrarse atractivas al hombre, sea este un hipster cool o un Neanderthalensis. Están muy ocupadas haciendo carrera y las hay que congelan óvulos para poder usarlos más adelante, que ahora están peleando un ascenso. O no tienen pareja, justamente.
En Alemania una de cada nueve parejas es binacional. Dentro de estas, tenemos a los tipos que se van a Tailandia atraídos por las playas exóticas, el sol, la comida y sobre todo la prostitución, y se traen una mujer sumisa, callada, dependiente y bastante más joven que se aviene a vivir cagada de frío sin ningún trámite de seducción mediante, solo por el dinero del maromo y la promesa de una vida más disipada. Michel Houllebecq lo describe con crudeza y mejor que nadie en su novela Plataforma.
Según la oficina Federal de Estadísticas el 86% de los casamientos en el 2014 fue entre personas de nacionalidad alemana y 14% entre binacionales. Otro dato interesante es que el 90% de los divorcios correspondió a parejas del primer grupo, con lo cual se puede colegir que las diferencias culturales por orígenes distintos no provocan más divorcios que en el resto. Claro, la tailandesa no tiene mucha opción. Dentro de las parejas binacionales las alemanas se casan sobre todo con turcos, italianos y yanquis, y los alemanes con polacas, turcas, de países de Europa del este y del sudeste asiático. Mi amigo sigue enamorado de las españolas.
En cuanto a cómo conocer pareja, una de cada seis se conoció a través de uno de los tantos sitios web de búsqueda de pareja. Se ve publicidad de estos sitios por todos lados, hasta en televisión, y se trata de sitios pagos en donde ofrecen algoritmos de macheo, no meros buscadores. Hay tres millones de personas buscando su soquete naranja frente a una laptop. Como nunca antes el compromiso y la monogamia están en retirada y parece que la culpa la tienen estos sitios que facilitan conocer gente y que permiten ver la oferta en pantuflas mientras picas un salamín.
Esta aparente comodidad se ve equilibrada por la paradoja de la elección, teoría de un tal Barry Schwartz que dice que mientras más opciones tiene uno, menos placentera resulta la opción elegida. Es decir, la disponibilidad de gente online y la velocidad con la que se puede establecer una relación (estadísticamente llevan la mitad de tiempo en establecerse que una relación donde se conocen primeramente en persona) hace que valoremos menos las relaciones ya que estamos menos satisfechos con la elección.
Otro efecto secundario del uso de estos sitios es que podrían contribuir al aislamiento por clase social, al aislamiento por grupos, ya que los solos buscan personas con su mismo nivel educativo y económico. El manido mecanismo de redistribución económica a través del amor que tanto se ve en las telenovelas de la tarde estaría en retirada. Curiosamente los que viajan a países pobres e importan una esposa están contribuyendo a disminuir la desigualdad económica en el mundo. Qué cosa.
Mientras tanto, los alemanes se preocupan porque se reproducen a una tasa menor que los inmigrantes, sobre todo los musulmanes. Una preocupación similar a la de los uruguayos de clase media que se reproducen menos que los de clase baja.
Una investigación profunda que he llevado a cabo me permite concluir que el problema en el caso de los alemanes es que cuando una pareja se casa o se junta, pasan a compartir lecho pero no acolchado: cada uno se tapa con el suyo. Lo estoy viviendo en carne propia; hay menos contacto, uno estira una pata buscando un poquito de calor y se encuentra con un arrollado de plumas. ¿Estará mi mariposa dentro de ese capullo de seda? me pregunto yo por las noches. No sé cómo haría mi primo. A él le gusta dormir con un dedo apretado en el elástico de la bombacha.
En el caso de Uruguay el problema es que hay yerba. No está del todo mal de todos modos ser uno de los pocos territorios del planeta donde el ser humano no es plaga.
Hola Javier , interesante tu comentario , me siento plenamente identificado con dormir con el dedo en la bombacha ! Pensar que el andar cansino y disfrutar de los amigos , dedicarnos más tiempo a nosotros mismos lo estamos perdiendo y hasta en este pueblito de mierda de Young , andamos a mil ! Un abrazo grande y un te queremos de la barra de Young .
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Me parece bien que te sientas identificado porque estaba hablando de vos primo! Jaja. Abrazos para todos.
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