Silencio, Alemania

Los alemanes no hacen ruido. Como ya he dicho, en Alemania los bebes no lloran y los perros no ladran. Si tu pichicho ladra es probable que un vecino lo denuncie y tengas que llevarlo a la escuela donde le enseñan a no hacerlo nunca más. Un mes después te visitan y le hacen un test para chequear que el bicho aprendió a no ser perro. Curiosamente con un bebé no hacen lo mismo y el infeliz empieza el Kindergarten habiendo aprendido a no llorar, en casa y gracias a sus amorosos padres. Cuando llega el primer día están hechos una seda pero allí en la puerta retroceden unos casilleros porque es sabido que el olor a galletitas los pone a llorar a gritos.

Volviendo, los checos les llaman nemec; los silenciosos, desde hace siglos. El nivel de decibeles es más bajo que en cualquier ciudad latina. Hay muchas razones: no hay autos ni motos con escape libre —de hecho prácticamente no hay motos—, los tranvías y buses eléctricos hacen menos ruido que los motores de combustión, y los conductores no tocan bocina. Si escuchas música alta sonando desde un auto, lo más probable es que el conductor sea un turco con hiperventilación. Los transeúntes no gritan ni siquiera para llamar a uno que pasa por la acera de enfrente. Todo el mundo habla bajo lo que dificulta la ya de por sí difícil tarea de entender algo.

En las casas el respeto a los vecinos es sagrado pero además como todas las viviendas tienen doble vidrio en las ventanas, se escucha poca cosa del exterior. La diferencia es notable. Tampoco existen ruidos innecesarios como alarmas de coches o pitidos de botones, por ejemplo en el bus cuando te vas a bajar. ¿Para qué carámbanos suena ese piiiiiii allá atrás si el que se tiene que enterar de que bajas es el chofer? ¿Sonará tan fuerte para que el tipo lo escuche desde allá adelante? ¿No alcanza con que se prenda una luz en el tablero, y en todo caso también una luz encima de la puerta?

En Bonn hasta la naturaleza hace silencio. Pareciera que el clima también fuera medido, racional, al estilo alemán, ya que no comete excesos. Llueve seguido pero nunca tan fuerte que puedas oírlo, caen unas lloviznas débiles, como de nubes con problemas de próstata. El viento no tira cosas ni sabe silbar, sobrevuela las mansardas y adelgaza entre los árboles sin ningún apuro. Los truenos están prohibidos.

Llegado que hube a Montevideo tuve que ir al Shopping de Tres Cruces. Por contraste, me sorprendió el escándalo, la mezcla caótica de música berreta saliendo de las tiendas, sumada a la que se oye en los pasillos y a la gente que habla por encima de toda esa baraúnda. Ni siquiera era un bullicio de fiesta, una sana algarabía, una humana expresión de júbilo. Era ruido porque sí, de confusión de fin de año con fin del mundo, aturdirse para no poder pensar, pensé.  En el medio de tal romería me dieron ganas de salir corriendo. No se puede vivir con ese bochinche en la cabeza. A mí me parece que hacemos ruido porque somos un mecanismo que está roto. Los aparatos que funcionan son silenciosos.

Silencio, Alemania

2 comentarios en “Silencio, Alemania

  1. Avatar de Luisa Luisa dijo:

    «A mí me parece que hacemos ruido porque somos un mecanismo que está roto. Los aparatos que funcionan son silenciosos» -Al fin encontré una explicación -ja ja!! de lo que nos pasa : el mecanismo roto.A mi me pasó una vez que recién llegados del aerpuerto y siendo las 10 de la noche, buscamos comida, teníamos hambre y una heladera vacía.Fuimos a lo más cerca,Pizería Trouville.Estaban transmitiendo un partido de fútbol muy importante de nuestro equipo con 4 patallas a la vez.Al entrar todos mis sentidos explotaron pidiendo socorro…Huí despavorida…

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