Vivir sin trabajar

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Soy consciente de que estar un año sin trabajar es algo que pocos pueden hacer y menos aún hacen. Muchas veces me encontré en dificultades para defender esta decisión. Soy informático e iba a vivir a una de las zonas de Alemania más fuertes económicamente, con desempleo cero en informática, pero había decidido no buscar trabajo, hacer deporte, dedicarme a escribir un libro y poner un quiosco en internet. Además de viajar y entregarme a la molicie, claro.

Conversando con un amigo acerca de esto, él me decía que entendía lo de no trabajar pero que la sociedad es como un organismo, y que nosotros, las células, debemos contribuir a su funcionamiento. Me dejó pensando, como siempre. Tiene razón, aunque la contribución no tiene que ser necesariamente mediante un trabajo remunerado.

 Este modo temporal de vida hizo que me interesara por un proceso irreversible que está ocurriendo cada vez más: la automatización y la robotización están a punto de provocar cambios sociales cuyo alcance es difícil de calibrar, entre los cuales el más amenazante es la pérdida de millones de empleos. Pero esto no tiene por qué ser algo malo. Tesla ya lo pronosticaba hace cien años:

“Today the robot is an accepted fact, but the principle has not been pushed far enough. In the twenty-first century the robot will take the place which slave labor occupied in ancient civilization. There is no reason at all why most of this should not come to pass in less than a century, freeing mankind to pursue its higher aspirations”                                                                                                                                                  Nikola Tesla (1856-1943)

Muy capo don Nikola. Pues bien, esos cien años han pasado y aquí estamos, sustituyendo esfuerzo humano por eficientes robotitos. Muchos piensan que la automatización no afectará su campo, que esto ocurre sólo en las fábricas, creen que tienen un conocimiento insustituible pero la realidad es que la disponibilidad de información y la posibilidad de cruzarla tendrá más valor que cualquier asesoría de alguien detrás de un mostrador o escritorio. Ya ocurre con la venta de pasajes, por ejemplo, donde buscadores online hacen el trabajo de agentes de viaje. O en los bancos, donde hay menos empleados porque muchas transacciones ya no requieren su intervención. Es más, es muy curioso que sigan existiendo locales de cobranza en Uruguay. Lo mismo está ocurriendo en el transporte: hace años que existe el metro sin chofer en París, la línea 14 fue concebida así desde un principio y ya tiene 18 años. A esta le siguió la línea 1 y pronto la 4. Ya existen líneas totalmente automáticas en Copenhague, Barcelona, Roma, Milán y Turín, y en Sudamérica hay en San Pablo, Santiago y Lima. En cuatro años saldrán a la venta los primeros autos autónomos y entonces le llegará el turno a los taxistas.

Otro caso es el gobierno electrónico: la tecnología está provocando la desmaterialización del dinero y la eliminación de la burocracia lo cual le quita poder (y trabajo o pseudo-trabajo) a mucha gente interesada en mantener el status quo. Incluso la democracia representativa está en cuestión. La damos por buena, o como el sistema menos malo, pero con los avances en las comunicaciones no hay por qué no pensar en un sistema de democracia directa, y con más razón si tenemos en cuenta el descreimiento en la clase política.

Acerca del impacto en el mercado laboral las proyecciones varían. Los pesimistas pronostican una enorme masa de gente ociosa. Los optimistas auguran que surgirán trabajos que ni siquiera imaginamos. Esto ha pasado siempre en realidad: la incorporación de maquinaria al trabajo agrícola redujo la necesidad de mano de obra y a la vez aumentó la productividad. Pasamos de tener un agricultor cada cuatro personas en 1820 a uno cada veintiocho en 1960. (Es interesante hacer notar que la población mundial era de unos mil millones de habitantes en 1800 y que fue esta revolución agrícola la que la aumentó al número actual que ronda los 7 mil millones. Hay estimaciones de estabilidad hacia los 8 mil millones). Con la revolución industrial ocurrió lo mismo: mientras se redujo la población agrícola, la manufacturera y el comercio se mantuvieron estables pero ahora les llegó su turno, y el pronóstico es más o menos el mismo: el sector manufacturero representará un 5% de los trabajadores1. En los sectores de servicios es dable pensar que se dará el mismo fenómeno.

Esto implica algo bueno: la eliminación de trabajos alienantes. Las máquinas pueden realizar mejor los trabajos repetitivos y el hombre podrá desarrollarse como ser humano, es decir ver la tele hasta licuarse el cerebro. Un probable impacto de la automatización en las fábricas será la relocalización hacia los países centrales. Si los capitalistas logran que las máquinas produzcan a menor costo que los esclavos chinos, abandonarán el sudeste asiático, adonde se mudaron en la década del 70 y 80, para volver a instalarse en los países de origen o más cerca de sus principales consumidores. Alemania por ejemplo está mejor posicionada que otros países desarrollados porque en su momento no trasladó sus fábricas al sudeste asiático2. Sí lo hizo hacia Europa del Este pero en menor medida y por lo tanto tendrá costos menores. (Es digno de mención que hizo esto saltándose su propio territorio, el de la vieja Alemania Oriental donde las tasas de desempleo eran altas y donde sigue habiendo mayor desempleo que en la parte occidental).

El efecto inmediato, entonces, de la incorporación de tecnología es el desempleo. Pero entonces pueden ocurrir dos cosas: o se crean nuevos empleos o no. Esto ya ha pasado y en general la humanidad lo resuelve, no sin procesos traumáticos. Una de las maneras en que lo ha hecho ha sido mediante la reducción de la jornada de trabajo. En Alemania en 1875 la gente trabajaba 72 horas semanales en promedio. Para 1932 el promedio había bajado a 42, subió hasta un pico de 50 como consecuencia de la guerra y desde entonces ha venido bajando sin pausa. En 1995 eran 35 horas y ahora no llegan a 32. Menos de la mitad que poco más de un siglo antes.3

Incluso hay gente que sostiene que se produce más trabajando seis horas en vez de ocho. Esto es así en los países ricos. En países pobres la reducción horaria suele provocar que haya personas con dos empleos y otros sin ninguno, con lo que el desempleo no mejora y el trabajador no es más productivo, pero en fin, pensemos en países en serio donde si tienes dos trabajos el estado te quita en impuesto a la renta prácticamente todo lo que ganas en el segundo. En términos generales una consecuencia es que el tiempo para el ocio ha venido aumentando y esto ha provocado a su vez el surgimiento de nuevos trabajos derivados de la necesidad de entretener a esta gente. El turismo, por ejemplo, representa cada vez más una porción mayor de la economía.

En una entrevista a Nick Bostrom, del Instituto del Futuro de la Humanidad de la Universidad de Oxford  (nótese el nombre del Instituto, hay gente pensando esas cosas en otros países) le preguntaron acerca del impacto de la robotización:

— ¿Los robots nos enriquecerán o nos reemplazarán?

«Primero, tal vez nos enriquezcan. A largo plazo ya se verá. El trabajo es costoso y no es algo deseado, por eso hay que pagar a la gente por hacerlo. Automatizarlo parece beneficioso. Eso crea dos retos: si la gente pierde sus salarios, ¿cómo se mantiene? Lo cual se convierte en una cuestión política, ¿se piensa en una garantía de renta básica? ¿En un Estado del Bienestar? Si esta tecnología realmente hace que el mundo se convierta en un lugar mucho más rico, con un crecimiento más rápido, el problema debería ser fácil de resolver: habría más dinero. El otro reto es que mucha gente ve su trabajo como algo necesario para tener estatus social y que su vida tenga sentido. Hoy en día, estar desempleado no es malo solo porque no tienes dinero, sino porque mucha gente se siente inútil. Se necesitaría cambiar la cultura para que no pensemos que trabajar por dinero es algo que te da valor. Es posible, hay ejemplos históricos: los aristócratas no trabajaban para vivir, incluso pensaban que tener que hacerlo era degradante. Creemos que las estructuras de significado social son universales, pero son recientes. La vida de los niños parece tener mucho sentido incluso si no hacen nada útil. Soy optimista: la cultura se puede cambiar».

En las recientes elecciones internas del partido socialista francés la renta básica para todo el mundo era una de las propuestas del candidato que resultó ganador. En varios países suena el tema, y puede que sea una solución para los países del primer mundo. En el tercero todavía falta que no haya más esclavismo ni señores feudales. Las ocho horas para el trabajador rural recién se votaron en el 2008 en Uruguay.

La cuestión es que si la cantidad de gente sin trabajo aumenta pese a las medidas paliativas como la reducción de horas de trabajo, habrá que hablar de renta básica y eso puede ser difícil de aceptar para tanta gente a la que le molesta que “a los pichis les dan plata por no hacer nada”. Dicen. Claro, si el 60% de la población no tiene trabajo entonces ya no les va a parecer tan mal que se les dé dinero, sobre todo si uno es parte de ese porcentaje, y eso que va a ser mucho más plata que ahora. Pero es que es probable que haya que darle dinero a la gente ya que la rosca no funciona si se achica el mercado, porque hete aquí que los trabajadores son también consumidores. Y podrán dejar de ser trabajadores, pero consumidores, difícil.

Hace poco un español fue juzgado porque descubrieron que había estado seis años cobrando sin ir a trabajar. Nadie se había dado cuenta. Está lleno de gente que hace trabajos que no son necesarios en realidad. Muchísimos. El que pesa la fruta en el supermercado o el pistero de las estaciones de servicio, son trabajos que no existen en los países desarrollados. En una sociedad honesta hasta la cajera es prescindible. ¿Qué porcentaje de trabajos se podrían eliminar y cuántos se van a eliminar en el futuro cercano? Hoy por hoy los dos rubros que no tienen desempleo son la informática y el cuidado de niños y ancianos. El calor humano sigue siendo más o menos insustituible, y los programadores están embarcados en este proceso de dejar sin trabajo al resto.

En fin, que vivir sin trabajar es posible. Yo pude vivir perfectamente. La conjugación de los mecanismos que se les ocurra para que el enorme porcentaje de gente que no trabaja tenga asegurada su subsistencia incluye una educación enfocada en enseñar a aprender, en la creación, y en desarrollar habilidades para ser emprendedor más que empleado. El deporte, el turismo, la cultura y el entretenimiento, para bien y para mal, serán los rubros donde habrá más oportunidades. Mirá por dónde no fue mala idea el bachillerato artístico.

La idea de que todos somos sustituíbles por robots es un poco escalofriante, pero también puede ser liberador. Hasta las abejas y su fundamental trabajo de polinización están siendo reemplazadas por abejas robots, para paliar las consecuencias de la espantosa merma de la población mundial de dichos insectos, causada por los pesticidas. Y esto sí que es escalofriante. La verdad es que he estado pensando mucho en esto y los únicos que se me ha ocurrido que son insustituibles son los cuidacoches.

  1. La Danza de Shiva, La Construcción del futuro, Libro V, Juan Grompone.
  2. Arbeitsfrei, Constanze Kurz und Frank Rieger
  3. Museo Haus der Geschichte (Bonn), según estadísticas del Statistischem Bundesamt 1999. Último dato (2011): OCDE.
Vivir sin trabajar

6 comentarios en “Vivir sin trabajar

  1. Avatar de Silvia Pírez Probá Cocinar dijo:

    Una cantidad de puntas para reflexionar. Hace un tiempo vi un programa de la DWelle en el que mostraban como a lo largo de su vida los alemanes tenían 2 y hasta 3 carreras, mi cabeza cambió a partir de ahí.
    Abrazo Erbilios!

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