La historia del sacamocos eléctrico, y otros cuentos

Reproducirse implica hoy convivir con el animal más dañino para el medio ambiente: el bebé humano. A los pañales deshechables, que son una calamidad desde el punto de vista ambiental, hay que sumarle una catarata impresionante de cosas sin las cuales es imposible criar un bebé: cambiador, bañito, almohadón mojable, nido, cuna, colecho, sillita mecedora, corral, practicuna, mamaderas y calienta-mamaderas, chupetes, toneladas de algodón, sillita de comer, baberos, silla para el auto, cochecito, huevito, paragüita, el colgajo que gira y tiene música que se pone en la cuna —que teníamos dos así que uno estaba en la cabecera y el otro a los pies—, toallitas húmedas, peluches, talco, y —atentos— un sacamocos eléctrico. Y hasta ahí llegué.

Parece que no se puede vivir sin eso. ¿Cómo no vas a tener el aspirador nasal Nosefree? Ya había comprado uno sencillito consistente en una manguera con dos puntas de vidrio, una para encajar en el naso y otra para aspirar a fuerza de pulmones, como quién roba nafta, pero no, hay que tener uno eléctrico, no vas a comparar. «Padre desalmado, amarrete, ¿cómo no vas a comprar? Pobrecito bebé. ¡Es tu hijo!» De todas estas frases la última es la mejor: parece que como el destinatario de la compra es tu hijo entonces tenés que dejar de tener criterio y comprarle cualquier cosa porque el amor filial se demuestra allí, en el mostrador de la tienda.

Aclaro que yo no le he comprado prácticamente nada. Todo lo que necesita ya lo ha comprado otro por mí: la madre, abuelas, madrinas, el tío, amigas de las abuelas, parientes varios, regalos de amigos, y cosas que nos han prestado los amigos que van por delante en esto de perpetuar la especie. Yo apenas le he comprado cuatro libritos, dos chupetes, el sacamocos a succión animal y unas chancletas para ir a la matronatación. Tengo todo anotado en una planilla excel que le voy a entregar cuando cumpla 18 años (incluí allí los cinco días del estacionamiento Málaga, de cuando nació).

Vico, quiero que lo sepas por mí: si no fuera por toda esta gente estarías en problemas. Y yo también. Gracias a ellos muchas de nuestras necesidades están cubiertas y no tenemos que ir al shopping, lugar siniestro si los hay. Pero claro, la cuestión es: ¿qué es una necesidad? Ahí está la madre del borrego.

Un ejemplo de necesidad que no es tal: el espejo para poner en el respaldo del asiento trasero frente al bebé, que los primeros meses va sentado mirando hacia atrás. Gracias a este espejo, es posible verle la cara mirando por el espejo retrovisor y así cubrir la necesidad de mirarlo «por si le pasa algo». Pero resulta que el uso de ese espejo es desaconsejado por la Fundación Gonchi Rodriguez porque fomenta que el conductor esté mirando a cada rato a ver si el querubín viene bien, en vez de estar haciendo lo que tiene que hacer que es mirar para adelante.

Vicente tiene dos años y medio y ya ha comido palta, papaya y tapioca, cosas que yo probé por primera vez siendo adulto, en algún caso con más de cuarenta años. Es que las góndolas eran un páramo hace apenas unas décadas, y las de Uruguay más aún. Estábamos lejos en el tiempo y en la distancia de la diversidad de productos que hoy nos tupe la vida, y del consumismo exacerbado en el que ha caído el homo sapiens con bolsillos crocantes. Este tipo nació y cinco días de estacionamiento Málaga después, se vino a vivir a una casa con aspiradora robot, por ejemplo. (Lo escribo acá para cuando él lo lea, para que no salga a decir que se hizo de abajo si se mete en política).

Hemos aumentado, pues, nuestro nivel y velocidad de consumo sin darnos cuenta. El panorama es mucho peor si además consideramos la escasa conciencia respecto al medio ambiente que venimos exhibiendo. Pertenezco a una generación de uruguayos que se lava los dientes con el grifo abierto. Él aprenderá que hay que abrirlo lo imprescindible, porque el agua es un recurso cada vez más escaso. Es probable que dentro de 20 años haya agua sólo para lavarse los dientes de adelante. Ya compramos agua embotellada para tomar, cuyo costo es en un 90% la botella, la etiqueta y el tapón. ¿Cuál es el escalón más grande? ¿Ese, o pasar a usar agua embotellada para lavarnos los dientes?

Vice aún no va a cumpleaños de amigos pero ya hemos visto cómo está funcionando la rosca: los niños reciben tantos regalos que los padres guardan los menos favorecidos para regalarlos en los cumpleaños siguientes. Lo único que hay que tener en cuenta es no caer con ese hombre de acción anabolizado y deforme en el cumpleaños de aquel que lo regaló, aunque es probable que no haya problema porque puede que ni los padres ni el nuevo cumpleañero recuerden qué habían regalado, y en el peor de los casos, siempre podrá ser recibido con los brazos abiertos para marchar a otra casa en el próximo cumpleaños. Incluso hay padres que compran un lote de porquerías a principios de año y van sacando de a uno con cada fiestita de los compañeros de clase. ¿Qué sentido tienen esos regalos?

Es difícil saber hasta cuándo seguirá esta locura, es una carrera entre un sistema económico que se sostiene sólo si hay crecimiento, y el colapso medioambiental, que algunos avances tecnológicos postergan mientras seguimos dale que te dale con el aumento de la producción de bienes y el consumo enfermizo de generaciones sin conciencia ecológica. Diez millones de toneladas de basura van a parar a los océanos cada año, de los cuales la mitad es plástico y la proyección si no hacemos nada es que se triplique para el 2040.

Todos queremos mucho a Vico, así que lo tupimos con cosas. Parece que lo que importa es que tenga, no que haga. No aprenderá con nosotros el concepto de escasez, no lo conocerá hasta que escasee algún recurso natural. Para entonces, las miles de cosas que le hemos dejado habrán ido a parar al mar, y limpiarlo será problema suyo. Jodete por llegar tarde a un planeta exhausto, le dice la abuela mientras le da un trozo de un melón que compró ya pelado y cortado, en su correspondiente envase plástico de un solo uso.

La historia del sacamocos eléctrico, y otros cuentos

2 comentarios en “La historia del sacamocos eléctrico, y otros cuentos

  1. Avatar de Fede Blex Fede Blex dijo:

    Querido amigo, qué lindo es leerte, es imposible no dejarse llevar por tan sabios párrafos dejando caer alguna sonrisa cada tanto!
    Te diré que tenés ese don de crack, que hace (expone, en tu caso) las cosas tan simples y sencillas que parece fácil, o acaso no crecimos nosotros intentando imitar las jugadas de Ronaldinho y bailar como Jagger o Jackson? (bailar como Jaime, creo que lo pudimos lograr todos …)
    En fin, en mi caso, por suerte, con el chico se armó una ingeniería de cumpleaños donde un padre recolecta el aporte de los demás y vuelca al agasajado el total recaudado … más fácil para los que regalan, infinitamente más útil para el cumpleañero y que «el hombre de acción anabolizado y deforme» vaya a llorar a otra góndola! (te digo por si querés comentarle a la madre o abuela para ver si lo implementan)
    Abrazo!!!
    PD. obvio que si a ese hombre de acción le ponen la celeste y la cara de Suárez probablemente termine en el estante de Vico!

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    1. Jeje, gracias por los halagos, bro. Tomo nota de esa ingeniería de cumpleaños, ¡es buena! A ver si lo logro. Otra que me han comentado es la de poner en la tarjetita de cumpleaños «vale regalar usado (en buen estado, claro) o hecho por ustedes». Es una propuesta más hippie pero no por eso menos válida.
      ¡Abrazo!
      PD: Para cuando Vico se interese por el fútbol me parece que el hombre de acción va a tener la cara de Darwin Nuñez.

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